Música y emoción
Para el ser humano, la vida es emoción y la emoción siempre va acompañada de sensación.
Nuestros sentidos nos ayudan a conectar con la realidad, pues, gracias a ellos, experimentamos y nos adaptamos al medio que nos rodea.
De los cinco sentidos, la audición es uno de los que más conexión tiene con nuestro mundo emocional. Todo tiene algún sonido...¡hasta el silencio suena! Y esos sonidos se asocian en nuestra mente a emociones que provocan reacciones.
De esto sabe mucho el cine. Las bandas sonoras enriquecen y elevan enormemente las escenas. Puede haber grandes actrices y actores, espectaculares efectos especiales, un manejo magistral de la inteligencia artificial y un guión perfectamente hilado, pero, si no hay música, la conexión con la persona espectadora no es tan fuerte. Tanto es así que en los subtítulos para personas con diversidad funcional asociada a hipoacusia o sordera se hacen explicaciones de la información auditiva que se desarrolla en la película (si se eleva la voz, si suena un tema en especial, si se escucha música de tensión, etc).
Nuestro comportamiento o conducta está estrechamente ligado a lo auditivo; la sirena de una ambulancia nos pone en alerta, el pitido de un monitor puede recordarnos el momento en el que acompañábamos a un familiar durante su hospitalización, una canción nos consuela cuando “sintoniza” con un momento vital que transitamos...
Por todo ello, hay que poner especial atención también desde el ámbito educativo a los estímulos y contenidos relacionados con este campo, pues son súmamente influyentes y determinantes. Las canciones que escucha el alumnado al entrar y salir de clase, los temas que escogemos para una conmemoriación, el instrumento que utilizamos para invitar a la calma en el aula...
Las personas que trabajamos en equipo dentro del programa RETO, tenemos muy presente a la música en el diseño de actividades y propuestas y prestamos especial atención a su influencia en el desarrollo de competencias emocionales. La sirena musical, las letras de canciones sobre las que se trabaja en las conmemoraciones, los abrazos musicales, las relajaciones y mediaciones, entre otras, son algunas de las propuestas que incardinan la disciplina musical en nuestro proyecto.
La música y las emociones tienen un gran poder en común: SU UNIVERSALIDAD. No se traducen; no necesitan procesamiento consciente; simplemente entran con pase “VIP” hasta lo más profundo de nuestro ser y suscita nen nosotros energía, pensamientos, conductas….
Por ello, seguiremos sumando música a nuestro día a día en el programa RETO, sin desaprovechar la magia de esa gran herramienta.
Ainhoa Felis Ortega. Profesora de Educación Secundaria, IES VILA-ROJA Almassora (Castellón).
Formadoras RETO.